Hola,
De entre tantos e infinitos números, el número siete jamás pasa desapercibido:
- ¡Es un número mágico!, decían ya desde tiempos tan antiguos como los mesopotámicos.
Puede ser, ¿por qué no? Entre otros poderes que se le atribuyen al siete, está el de la renovación. Los días de la semana, por ejemplo, son siete… que re-inician en continuum perpetuo, una y otra vez.
Este número de E-quilibrium llega a ti, en sincronía con la salida del verano y la entrada del otoño. Su contenido está dedicado a un nuevo inicio de ciclo.
Es un número que te recuerda el gran poder de renovación que tienes en tu propia espalda:
¡Estamos centrados en ofrecerte contenidos que te inspiren una vida en Equilibrium!
- ¡La salud es lo primero!
Desde muy pequeño le oí repetir tantas veces eso a mi abuela, que entonces me creía era una frase suya. Que se la había inventado ella.
Muy rápido caí en cuenta que no la decía solamente ella sino muchos y tantos otros abuelos. Con razón, supongo: si alguien puede atesorar el valor que tiene la salud es, qué duda cabe, un abuelo.
Ni mi abuela, ni ningún otro de mis abuelos llegó a ver graduarme de doctor en Quiropráctica. Pero, en mi imaginación, tengo grabada la posible escena, cual si hubiese acontecido apenas ayer. En un abrazo orgulloso, vivo y cálido, me doy la oportunidad de decirle a mi abuela:
- Tienes razón, Abue. La salud es lo primero. Ahora lo sé de verdad verdad. ¡Gracias!
Así la vida se torna un ciclo que en los abuelos languidece, continúan los hijos y retoña en los nietos. Un ciclo que se re-inicia con una versión mejorada, según aseguran ellos (y yo lo creo así también): la de la siguiente generación, y la siguiente, y la siguiente…
Así se prolongan nuestros años y calidad de vida, porque aprendemos de quienes nos preceden. Y así los nuestros heredan de nosotros más y mejor bienestar:
Una mejor salud, como primera cosa.
Lo cual es, justa y precisamente, el sentido y propósito de la Quiropráctica.
La meta de la buena salud se encuentra en nuestra espalda. Ahí se inicia y reinicia nuestra salud. Todo lo demás, órganos, hábitos y alimentación, son sus complementos indispensables. Pero la salud tiene en la columna vertebral, su pilar.
Como otras veces he insistido, eso es así porque cada vez que te ajustas la columna en Equilibrium, te elimino los bloqueos del sistema nervioso. Eso, en consecuencia, ayuda a que tu propio cuerpo restablezca su salud.
Los ajustes restablecen una comunicación nerviosa fluida. Y la base de un cuerpo sano y una salud equilibrada está en su sistema nervioso.
Es decir, está en tu columna vertebral.
Alinear tu espalda en Equilibrium es re-iniciar con buen pie este y todos los otoños.
Recuerda, ¡tu salud es lo primero y depende de ti!!!
Se comienza desde cero.
Ajustarte la espalda es exactamente lo mismo, restablecer en cero tu sistema de salud.
Como te decía en el artículo previo, el sistema nervioso está en la base del funcionamiento de tu organismo.
Todo lo que hace funcionar tu cuerpo, absolutamente todo, desde respirar, pasando por los latidos del corazón y hasta tu sueño, requiere de los impulsos nerviosos que circulan a muy altas velocidades por la médula espinal alojada en tu columna vertebral.
Esa transmisión de mensajes que parten de tu cerebro, cruzan por la médula espinal y se reparten a través de 31 pares de nervios espinales hasta el último extremo de tu anatomía, es una especie de tendido eléctrico que debe estar en condiciones impecables para que fluya bien toda la información.
Ese paso de información se altera cuando las vértebras se desplazan de su posición – lo que se denomina subluxaciones -, cosa que recurre con mucha frecuencia, a causa de malos movimientos, posiciones corporales incorrectas y, también por estrés.
Las subluxaciones es lo que se corrige con la Quiropráctica. Cada ajuste que te efectúo devuelve o restablece, entonces, el funcionamiento correcto de tu sistema nervioso. Por eso es que con cada una de las sesiones que recibes en Equilibrium reinicias tu buena salud y las condiciones para mantenerla así en el tiempo.
México le ha regalado a Hispanoamérica, y al mundo entero, esta canción archiconocida.
La consagró el cantante de música ranchera, Vicente Fernández; la heredó en voz y talento su hijo, Alejandro. ¡Y vaya que nos la han contagiado tantos! Julio Iglesias, Plácido Domingo, Josep Carreras…
Hace casi un año, en uno de los programas de Leitmotiv de diciembre pasado, la actriz Inma Cuesta derrochaba talento interpretándola.
Fueron las palabras que le expresara entonces a Andreu Buenafuente, poco antes de cantarla, las que me trajeron a esta reflexión:
- En el confinamiento esta canción la estuve canturreando mucho, porque era como volver, volver y volver otra vez a nuestra vida…
Así ha sido.
Todos, por convicción propia o por mandato, nos vimos forzados a meternos dentro de nuestras casas. Me refiero con esto a algo que fue más allá (o más acá, si prefieres verlo así) del confinamiento; el cual, por razones sanitarias, cumplimos.
Me refiero es a otra misión que, de pronto y por casualidad, tuvimos que cumplir igualmente. La de estar de verdad verdad con los nuestros; la de escucharlos y aprender de ellos y con ellos. La de retomar algún buen hábito olvidado. La de leer más y con más calma. La de acompañarnos de buena música. La de poner en práctica la paciencia. La de hacer silencio.
La misión de, en definitiva, mirar dentro de uno mismo.
Mirar dentro implica siempre volver sobre los pasos recorridos. Evaluar. Reacomodarse. Seguir adelante: y seremos los mismos, pero nunca más iguales.
De eso va la buena vida: dar vueltas sobre uno mismo, pero ¡en espiral! Revisarnos hacia atrás en el tiempo, para ampliar nuestra conciencia, para ganar más en felicidad, para ascender hasta nuestras metas, para ir hacia adelante sólo o bien acompañado – que es exactamente lo mismo -.
Lo dijo bien dicho Buenafuente a Inmma Cuesta, en el programa mencionado:
- Ya no será como la de antes, pero…
Lo interrumpió la actriz para bordar aún más esas palabras:
- Bueno, pero habremos aprendido muchas cosas, seguro. ¡Seremos mejores!
Una de los aprendizajes más básicos y elementales que he aprendido del ejercicio de la introspección es este: hay que volver otra vez a los brazos que bien te quieren.
Aceptarlo es profundamente reconfortante.
Feliz re-inicio de estación: ¡bienvenido con los brazos abiertos a Equilibrium!
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