Se sufre, pero se goza.
Quirosofía
Bien-estar = No estar mal.
No hay, no existe sufrimiento psicológico que no encuentre eco en alguna clase de malestar físico. Eso, por un lado.
Por otro lado, si el antónimo exacto y preciso de la palabra malestar es bienestar, el cual es, a su vez, objetivo principal y filosofía de la Quiropráctica, ya están servidos los elementos de este capítulo de Quirosofía. Ahondemos.
Definir bienestar ha sido –sigue siendo - toda una faena que martillea incesante en la historia del pensamiento. La búsqueda de la felicidad y del concepto “definitivo” que dé cuenta de ella, es una constante que acucia nuestra humanidad.
Desde el punto de vista de la disciplina Quiropráctica, que dispone de un procedimiento concreto para recuperar y mantener la salud, puede afirmarse que el bienestar es, la ausencia de malestar.
La meta de la Quiropráctica no es directamente la curación de dolencias. Pero, es igual de cierto que, su objetivo inmediato, específico y palpable es, corregir las subluxaciones que sufrimos todos en nuestra espalda, porque son cotidianas y, hasta cierto punto, inevitables.
Por eso, la Quiropráctica sabe y propone mantener el bienestar, ese estado psicológico que te permite decir,
qué bien me siento, reacomodando en tu espalda ese desajuste responsable de generar malestar físico y… también psicológico.
Para tu bienestar psicológico, recomendamos leas Equilibrium Vitae, más adelante.
Quips
Tabla de salvación.
No hay sufrimiento psicológico alguno que deje de tener eco en el cuerpo. Eso, por un lado.
El otro lado de la moneda es que no hay dolencia física alguna que no se refleje, en mayor o menor grado, en nuestra psique.
Un par de comentarios, acerca de las abundantes manifestaciones de ambas caras del sufrimiento, servirán de ejemplos de lo antedicho.
Los dolores más frecuentes y repetidos, entre otros, de cabeza, cuello, espalda, estómago e intestinos o de articulaciones, tienen habitualmente origen en una sobrecarga emocional. Inician como una incomodidad de índole psicológica – estrés, ira, tristeza o depresión, tensión nerviosa – y más temprano que tarde, pasan a manifestarse en el cuerpo.
Eso también aplica si se mira al revés.
Aun el dolor con una más que evidente raíz en causa físicas, llámense ruptura de hueso, desgarre muscular, indigestión o hasta una congestión naso-respiratoria, repercutirá en nuestro estado de ánimo.
Si lo hasta aquí dicho resulta obvio, toma en consideración lo que cuesta reconocer la procedencia psicológica de la mayoría de los sufrimientos físicos.
Cualquiera sea el caso o tu caso, con el apoyo de la Quiropráctica, dispones de una magnífica tabla de salvación: tu espalda.
Cada vez que vienes a Equilibrium a ajustarla, restableces en ti el equilibrio, tu bienestar. O lo que es lo mismo, la ausencia de dolor, malestar o sufrimiento.
Equilibrium Vitae
La inutilidad del sufrimiento.
Nos cayó en fortuna la lectura de la sección de Salud del periódico online 20minutos
[1]. En su consultorio virtual, a cargo de la psicoterapeuta María Jesús Álava, un usuario planteaba:
Tengo un grandísimo problema y es que salto a todo el mundo -incluso a mi propia madre, hermana, gente conocida- con la verdad. Si tengo que decir la verdad por muy cruda que sea la digo. No puedo callarme con nadie, si tengo que pelear me pongo a ello. Necesito ayuda.
Lo primero se aprecia y hay que reconocer, es la franqueza de la persona. Expresa su malestar de manera directa y sincera. Lo segundo, es la respuesta de la experta, igualmente clara:
Una cosa es decir la verdad y otra herir sin necesidad… parece que te falta una buena regulación emocional. Sólo cuando conseguimos ese autocontrol somos capaces de actuar desde la inteligencia emocional y no desde el impulso y la falta de control. En el libro La inutilidad del sufrimiento detallo cómo…
La frase del libro[2] de la autora, no pasa desapercibida: la inutilidad del sufrimiento.
Porque casi siempre, pasado el sufrimiento, se siente que fue inútil o, al menos, exagerado. Y la persona se cuestiona cómo pudo sentirse tan mal. Es decir, pone en perspectiva su sufrimiento y logra, minimizarlo. Pero… tarde.
El sufrimiento tiene un reto doble: anticiparse a él, evitarlo o, más difícil, qué hacer mientras se sufre.
Es oportuno el título del libro antes mencionado. Un solo vistazo a su índice da respuesta a ese reto doble del sufrimiento.
Enunciar varios de sus capítulos, hará evidente lo que queremos decir y, también, recomendar:
Tengamos las ideas claras: ¡no suframos inútilmente! - Lo importante en nuestra vida son los pensamientos, no los acontecimientos - Nuestros pensamientos son los responsables de nuestras emociones- Si aprendemos a controlar nuestros pensamientos, controlaremos nuestra vida
Sacar lo “útil” de todo lo que hemos vivido - Recuperemos nuestro presente - Aclaremos nuestras metas - Pongamos nuestros pensamientos al servicio de nuestros objetivos – Errores a evitar – “Darle vueltas” a un hecho que ya ha pasado – No aceptar lo inevitable – Echar la culpa de lo que nos pasa a los que nos rodean
Reglas básicas para aplicar a diario - Ser conscientes de que la felicidad está en nuestras manos – “Coger distancia” para ser objetivos y aprender a observar y actuar de forma racional – Ante la irritación, autocontrol - Fomentar el sentido del humor
La parada de pensamiento - ¿Cómo aprender a relajarnos? - Técnica de relajación muscular progresiva - Respiración diafragmática o abdominal – Las autoinstrucciones – El autorrefuerzo – Cómo reafirmarnos. La asertividad – Cómo acercarnos a la felicidad
Los cuatro párrafos en los que separamos la selección de títulos del índice, son prácticamente una guía de trabajo para llevar a cabo la tarea de superar el reto doble que nos coloca el sufrimiento.
Los dos primeros se corresponden con lo que podemos hacer antes de sentirnos sometidos completamente por el malestar y, los dos siguientes, a todo lo que podemos hacer durante el propio período de sufrimiento.
Lo fundamental, como bien se infiere, está en saber pensar. Dicho mejor, en educarnos en el uso del instrumento imprescindible para el manejo de nuestras emociones: el pensamiento.
A ello dedicaremos los próximos Equilibrium Vitae. Mientras tanto y siempre, ¡a parar de sufrir!