Ideas claras, vida gozosa.
Quirosofía
Fundar sobre una idea clara.
A veces las buenas ideas, se acostumbra decir, “vienen por sí solas” o “nos caen de sorpresa”.
Podría ser cierto. O no. No entramos ahora en ese debate. Lo que sí es indubitable es que no hay idea alguna que prospere y se asiente, si no pasa de ser casual a causal. Es la causalidad la que permitirá decir, tuve una buena idea. No la casualidad.
La historia de la Quiropráctica inicia con una “casualidad” que, de inmediato se convirtió en una idea que, explorada y trabajada, dio a luz a esta nueva disciplina de la salud.
Daniel David Palmer, de Iowa, Estados Unidos, fue quien realizó el primer ajuste de espalda, en 1895. Lo hizo, en buena medida, por intuición. Pronto, su intuición, transformada en trabajo continuado, adquiriría nombre propio: Quiropráctica.
Palmer daba cuenta en un relato suyo que, una vez notó que el conserje de su oficina, al inclinarse para vaciar el cesto de basura, tenía una vértebra fuera de posición. Le pidió a este que se acostara boca abajo en el suelo, le ajustó la espalda y le devolvió la vértebra a su posición correcta. Al día siguiente, el conserje, quien sufría de audición incompleta, le confesó que podía oír todo el ruido de la calle.
Palmer añadía en su relato que él mismo había tenido un problema cardíaco que no mejoraba. Revisó su columna y se percató de una vértebra desplazada que le presionaba los nervios que inervan el corazón. Al ajustarse, obtuvo igual resultado que su primer paciente, un gran alivio.
Así, comenzó a discurrir la posibilidad de que, si dos enfermedades que tenían en común un pinzamiento de nervios, no podrían otras más tener una causa similar en la espalda desajustada – subluxaciones – y, en consecuencia, tener un mismo tratamiento. Ese fue el momento en que el embrión de su idea, maduró en buena idea. Y fundó la Quiropráctica.
Enriqueció sus primeras exploraciones con los principios de la osteopatía y postuló así la manipulación espinal en la subluxación articular, como técnica para mejorar la salud.
Hoy, a casi 130 años de su buena idea, la Quiropráctica goza de la buena salud que le provee a casi el 30% de la población, de más de 18 años que, sólo en Estados Unidos, ha disfrutado de los beneficios de la Quiropráctica.
Hoy, cosechamos en Equilibrium, los frutos de una idea que brotó de la cabeza del busto que encabeza este escrito, que te da la bienvenida a ti, que tienes muy clara la idea de bienestar.
Quips
Despejar la espalda aclara las ideas.
¿Se pueden tener las ideas perfectamente claras, bajo un estado de cansancio?
¿En condiciones de ansiedad, es posible tomar buenas decisiones?
Si el dolor se impone en el cuerpo o en alguna parte de él, ¿está despejada la mente?
Si se contestara afirmativamente a una sola de las tres preguntas anteriores o a todas ella, sería difícil no considerar esas respuestas como forzadas o, por lo menos, excepcionales.
Nada sustituye el buen sueño, el estar tranquilo o el bienestar de saberse sin aflicción alguna.
Son muchas las actividades que puede hacer para lograrlo: deporte, comer y dormir bien, pasear o rodearte de amigos y seres queridos con los que compartir afecto. De acuerdo.
La ventaja única que te provee la Quiropráctica es que favorece los ajustes de síntomas físicos, a través del ajuste en tu espalda, que mejoran y alivian los mentales.
La Quiropráctica te ayuda a: reducir la presión arterial; dormir bien; aliviar tensiones musculares y de cabeza; activar tu sistema hormonal y, en definitiva, fomentar la relajación.
El resultado es, al mismo tiempo, inmediato y a largo plazo: ¡Espalda despejada, mente clara!
Equilibrium Vitae
La utilidad de tener claras las ideas.
“Lo importante en nuestra vida son los pensamientos, no los acontecimientos”[1]
La cita está tomada de libro que mencionara en el E-quilibrium anterior,
La inutilidad del sufrimiento. Ahí me comprometí a desarrollar varios temas, a partir de los títulos de algunos de sus capítulos; encajan de lleno con esta sección de E-quilibrium.
Por contraste con el nombre del libro, he titulado a este Equilibrium Vitae, La utilidad de tener claras las ideas. De ahí la cita del libro, con la que arranco el texto acerca de la prioridad que por delante de los acontecimientos tienen nuestros pensamientos.
Ahora bien, si te preguntaras, como se hace del huevo y la gallina, qué viene primero, si los acontecimientos o los pensamientos, eso no importa. Al menos en el caso de lo ahora nos ocupa.
Para verlo claro, fíjate en el ejemplo que da la autora del libro:
“Cómo nos encontramos generalmente un viernes por la noche y un domingo por la tarde… el viernes por la noche estamos bastante cansados, ante los esfuerzos realizados a lo largo de la semana; sin embargo, curiosamente, nuestro estado de ánimo es bueno. Por el contrario, el domingo por la tarde habitualmente estamos más descansados que el viernes a última hora pero… nos sentimos de peor humor, más agobiados, con cierto aire de desesperanza…”
El acontecimiento es clara e implacablemente, el mismo: un par de días de la semana con sus mismas 24 horas. Pero, atención, la percepción que tenemos sobre ellos, cambia. En consecuencia, no nos resultan igual viernes que domingo.
Por tanto, podemos incidir los pensamientos, y lo que sentimos, de esos días, pero obviamente, no podemos cambiar ni un solo segundo del tiempo de ese y todos los días. Transcurre, y punto.
Lo que cambia de los acontecimientos no son estos sino nuestras emociones acerca de ellos. Y construimos en torno a ellas, dice más adelante el libro, frases y discursos enteros, en nuestro interior, del tipo, ¡ufff, qué fastidio, mañana de vuelta al trabajo!
“Lo que nos repetimos de forma constante, esas frases interiores que nos formulamos, son las responsables de nuestros estados emotivos.”, dice la autora.
De aquí a la solución hay un paso claro. Fácil de decir y no pocas veces difícil de ejecutar: detén los pensamientos que te reportan malestar, cámbialos, eso sí que está en nuestras manos poder hacerlo.
Paremos de sufrir.