Desatarse no es verbo que, en su connotación metafórica, salga muy bien parada que digamos.
Así, por ejemplo, cuando alguien la emprende encolerizado contra el rival, se suele decir que, desató su furia.
Por ese estilo van la mayoría de las expresiones que, el verbo desatar, desencadenan malas nuevas: se desató la tormenta o la guerra o la crisis o la locura.
Sin embargo, cuando se hace uso de ese verbo en su sentido literal, lo que denota y acompaña son todas (o casi todas) cosas buenas: la corbata; los cordones de los zapatos; el vestido; un nudo o… un regalo.
Y se desata, entonces, la libertad, el alivio, la relajación, la solución y hasta la felicidad.
Eso, exactamente eso mismo, es lo que sucede con la Quiropráctica.
Al ajustarte la espalda, se liberan tensiones, molestias, dolores, contracturas. Se desamarran los nudos que bloquean tu bienestar.
Por eso, y al revés de lo que a desenfreno pueda sonar la expresión: ¡desátate!
Ven a Equilibrium y dale rienda suelta a tu bienestar.
Nudos, contracturas, puntos gatillo. Son distintas denominaciones de lo que básicamente es lo mismo: contracturas musculares.
Suceden con más frecuencia en nuestra espalda, pero pueden aparecer en otras partes del cuerpo.
Pueden ser visualizados como un engrosamiento o bulto que duele al ser palpado. Por eso se les llama nudos: los músculos se contraen y tensan, aun en reposo, lo que provoca una rigidez característica. Y hay que des-nudarlos.
A mediano o largo plazo, los nudos suelen ceder con un descanso prolongado y bien aprovechado. Pero, a corto plazo, una serie de ajustes Quiroprácticos en Equilibrium acelera la recuperación completa, porque ‘desata’ los nudos. Los des-nudamos.
Para ello lo primero que hacemos es darte un ligero masaje, para calentar el área alrededor del punto central de tensión. Así, tu sangre circula, aliviando y previniendo futuros dolores.
Seguidamente, ejercemos presión sobre las articulaciones próximas a los nudos, para estirar y relajar el área afectada. Así, desatamos los nudos.
Finalmente, te sugeriremos varios ejercicios de estiramiento, muy sencillos, que te mantendrán sin rollos en tu espalda y lleno de bienestar.
Es cierto:
Hay heridas que no desaparecen; las recordaremos de todos modos, pero podemos darle significado.
Estamos preparados para vivir con heridas. Pero, muchas veces, el dolor, al igual que las heridas reales, puede persistir en el tiempo. Si evitamos tratar una herida real, agravará la situación y ocasionará otras molestias en el cuerpo.
Igual sucede con las heridas emocionales: algunos tendemos a soportarlas, a esconderlas, a minimizarlas, provocando así un gran sufrimiento psíquico.
A veces, si la herida emocional es superficial, puede curarse por sí sola si tenemos suficiente oxígeno emocional (como la serenidad y el placer) en nuestra vida.
Pero acumular pequeños sufrimientos demanda tanto tiempo y energía para sanar, como los más graves y dolorosos. Al hacerlo, surgen manifestaciones tales como, la ansiedad, en forma de pensamientos insistentes, confusos y poco productivos, que nos impiden seguir adelante.
Por ejemplo, muchas personas se martirizan al repasar obsesiva y detalladamente episodios de su pasado, que reinterpretan de manera negativa. Otras eligen preocuparse por el futuro y examinan cada curso de acción posible y sus posibles consecuencias.
En un artículo reciente, publicado en la sección de salud de la edición digital de
20 minutos
[1], la psicoterapeuta Jenny
Maenpaa sugiere tres ejercicios para dejar de pensar demasiado. Los suscribimos y recomendamos. En la siguiente cita, están a tu disposición:
“1. 'Reframing' positivo
Reframing viene a significar algo así como reencuadre. Según Maenpaa, este ejercicio tiende a confundirse con lo que a menudo conocemos como positividad tóxica, que viene a decir que lo único importante para que una situación sea positiva es la actitud del individuo, al margen de lo difíciles o trágicas que puedan ser sus circunstancias.
En cambio, la psicoterapeuta propone reconocer los aspectos negativos de una situación y, posteriormente, evaluar si existe otra forma de pensar sobre ella. Quizás tenga beneficios para nosotros, o quizás haya aspectos que estemos a tiempo de solucionar.
Por ejemplo, si encontramos que el trabajo nos está estresando y agotando mental y físicamente, no se trataría de pensar que nuestra actitud frente a él es lo único que va a marcar la diferencia. En cambio, deberíamos reconocer que nos resulta exigente y nos provoca malestar, y buscar maneras de que
nos afecte menos personalmente como nuevas formas de organizarnos o una mejor separación con nuestra vida privada.
2. Escribir los pensamientos una vez y distraernos 24 horas
Cuando nuestra psique percibe que estamos ante una amenaza o conflicto, pone en marcha varios sistemas de protección. Esto resultaba muy útil en el pasado distante de nuestra especie, cuando los peligros que nos encontrábamos en nuestra vida podían ponerla en riesgo, pero no en la actualidad en las que muchas de estas amenazas son de otra naturaleza.
Frente a esto, Maenpaa propone escribir lo que sentimos y esperar al menos 24 horas antes de tomar ninguna decisión ante ello, distrayéndonos mientras tanto con otros asuntos. De esta manera, evitaremos la tentación de tomar decisiones impulsivas, que a menudo pueden conllevar consecuencias indeseadas.
3. Practicar la 'gratitud específica'
La premisa en la que se basa este ejercicio, detalla la experta, es la que postula que expresar gratitud puede proporcionarnos felicidad. Puede ayudarnos "a contextualizar nuestra frustración frente a aquello que amamos y ayudarnos a conectar con algo mayor que nosotros mismos".
Sin embargo, dice, la misma práctica de la gratitud repetida una y otra vez puede disminuir estos beneficios, convirtiéndose en una tarea sin significado más que en una acción consciente. Por eso advoca por la 'gratitud específica': hacer un esfuerzo por pensar en cosas concretas y específicas de cada día o situación por las que estemos agradecidos.”