Las emociones están en nuestro cerebro. No me canso de repetirlo.
También insisto en que, el hecho de que nuestras emociones se alojen en nuestro cerebro, es una buena noticia. Porque nos da la muy valiosa oportunidad de controlarlas.
Con otras palabras, somos nosotros lo que dominamos nuestras emociones y no al revés, como con bastante frecuencia se cree.
Todavía más:
Nadie tiene control sobre tus emociones. Sólo tú.
Cae en cuenta de la enorme consecuencia que se desprende de poder ser dueño de las propias emociones. Se hace verdad como un templo aquello de que,
sólo ofende quien puede.
¡Estamos hablando de auténtica libertad! Y de ciencia…
Cada vez más investigaciones comprueban las conexiones físicas y químicas que hay entre estado emocional y condición física.
Te he contado igualmente que en nuestro cuerpo hay unas sustancias químicas - endorfinas, adrenalina, serotonina, dopamina, entre otras -, que transmiten información física y mental. Por eso se llaman, neurotransmisores.
Pues bien, adivina, ¿Dónde crees que se alojan los neurotransmisores? Sí, en el cerebro, de acuerdo. Pero, sobre todo… ¡Exacto, en la medula espinal!
Y dado que también te he dicho que la médula corre por dentro de la columna vertebral, vas a saber exactamente, palabra por palabra, lo que voy a añadir, a continuación:
Todo maltrato (o subluxación) que sufre nuestra columna vertebral incide en el resto del cuerpo, porque la columna es el guardián protector de la médula.
Por tanto, nuestro estado emocional también se ve afectado.
En el apartado de Quips te cuento, de inmediato, cómo es que nuestras emociones actúan sobre la columna vertebral… Y viceversa.
Cualquier emoción se origina en la mente, pero actúa en nuestro cuerpo. Eso se llama excitación: un estado de activación psicofisiológica que suscita variaciones químicas en nuestro organismo.
Las emociones pueden afectar: la oxigenación de órganos y tejidos, la temperatura corporal, la respiración, el ritmo cardíaco, la presión arterial, la secreción hormonal, la actividad inmunitaria, la actividad de los músculos lisos y esqueléticos, los sistemas neurotransmisores…
Si las emociones pueden hacer todo esto, entonces está claro que pueden afectar el estado de bienestar de nuestro organismo.
La activación psicofisiológica que acompaña a toda emoción suele ser funcional, porque sirve para alertar a todo nuestro organismo para que reaccione de forma más eficaz ante los estímulos externos.
Las emociones son como campanitas que nos alertan de lo que ocurre dentro y fuera de nosotros. Pero a la larga, cuando una campana suena más de lo debido, puede tener efectos nocivos, consumiendo energía física y generando un estado de sufrimiento.
Algunas emociones intensas, si se prolongan en el tiempo, pueden desencadenar cambios fisiológicos que amplifican o provocan condiciones fisiopatológicas de diversa índole. Por ejemplo, las respuestas emocionales de lucha o huida (respuestas a eventos traumáticos) pueden aumentar el pH de la sangre en condiciones de acidez.
Psicosomática: el comodín de los profesionales que no tienen respuesta.
En el campo médico, una enfermedad tildada de "psicosomática" es algo que vive solo en la mente del paciente, aunque el trastorno sea real. La psicosomática, de hecho, es esa parte de la medicina y la psicología clínica dirigida a buscar la conexión entre un trastorno somático, presente en el cuerpo, y su posible causa psicológica.
El término psicosomático es utilizado por muchos médicos como una excusa, un comodín a usar cuando no hay otra respuesta.
En realidad, una afección de origen psicosomático no está presente en la mente del paciente, está presente en su cuerpo, mientras que las causas deben buscarse en la mente y en su entorno social. Las emociones que sentimos pueden cambiar la química de nuestro organismo hasta el punto de afectar su funcionamiento.
Cómo cambiar la química corporal actuando sobre las emociones.
Si bien es cierto que las emociones nos pueden enfermar, también es cierto que pueden convertirse en un factor protector en nuestra vida. Emociones como la alegría, la gratitud, el sentido de pertenencia, la seguridad, la confianza, son esenciales para un óptimo bienestar psicofísico.
Veamos cuáles son las 10 actividades que, al actuar sobre las emociones, pueden cambiar la química de nuestro cuerpo.
1. Ten pasiones
Comencemos con algo simple: tus pasiones. ¿Qué tan importante son? ¡Realizar una actividad que requiere concentración y atención constantes y que, al mismo tiempo, gratifica, es un verdadero regalo del cielo! La gratificación, así como la sensación de seguridad, es una emoción que puede cambiar la química de nuestro cuerpo, favoreciendo un estado de bienestar. Se ha demostrado que cultivar las propias pasiones puede reducir la presión arterial, los niveles de cortisol (la hormona del estrés) y mejorar el metabolismo.
2. Desenchúfate
Vivimos en un contexto lleno de estímulos: notificaciones, sonidos y miles de entradas bombardean constantemente nuestros órganos de los sentidos, desencadenando una sobrecarga emocional. Nuestra adicción a ellos impide quedarnos quietos, inactivos, sin hacer nada. Incluso para ir al lavabo, ¡tenemos que hacer algo! Aquí, la hiperactividad mantiene unos niveles basales de excitación que no son precisamente aliados de nuestro bienestar físico. ¿Entonces que puedes hacer? Desconecta y medita en silencio.
Los estudios de resonancia magnética han demostrado que la meditación puede modificar la actividad de dos redes cerebrales antagónicas: la Red de Modo Predeterminado (DMN, en inglés)) y la Red de Tareas Positivas, TPN. La DMN, ubicada en el cerebro, consta de la corteza prefrontal medial, la corteza cingulada posterior, el hipocampo y la amígdala. Una actividad modulada de esta red reduce los estados de insatisfacción asociados a rumiar pensamientos y crea un "espacio de trabajo" dentro del cual asignar significado a las experiencias vividas y planificar actividades útiles para perseguir las propias metas.
La TPN es responsable de realizar los procesos que requieren control y está en capacidad de dirigir nuestra atención consciente tanto hacia el entorno externo como hacia los estados internos. Comprende la corteza prefrontal lateral, la corteza cingulada anterior, la ínsula y la corteza somato-sensorial. La meditación se asocia con una mayor actividad de la TPN y, en consecuencia, una actividad más modulada de la DMN.
Desde un punto de vista biológico, una "pausa meditativa" parece favorecer el funcionamiento del sistema inmunitario e inducir una reducción de moléculas pro-inflamatorias, en particular de citosinas, como la interleucina-1.
3. Toca
No seas tímido. Regala y recibe abrazos, masajes, caricias; hazle espacio a los mimos. Las actividades que involucran contacto interpersonal mejoran la producción de oxitocina. La oxitocina reduce los niveles de cortisol (hormona del estrés), disminuye la presión arterial y mejora el metabolismo, con efectos positivos sobre el sistema gastrointestinal.
4. Usa ropa que te guste
Todas las emociones son el resultado de una evaluación cognitiva. Es fácil pensar en la ropa como una mera herramienta para taparnos, abrigarnos del frío y cuidar nuestra imagen social. Sin embargo, diversos estudios han demostrado que la ropa que usamos es mucho más que eso: puede afectar cómo pensamos y nos sentimos.
En la década de los ‘90, Bárbara Fredrickson, Psicóloga Social, descubrió que las mujeres de un grupo, vestidas con traje de baño, que realizaba un examen de matemáticas, se desempeñaba peor que el que usaba suéter.
Más recientemente, un equipo de investigadores de Estados Unidos descubrió que, llevar una bata blanca mejora la agilidad mental porque nuestro cerebro funciona por asociaciones, y la imagen mental de la bata blanca está asociada a habilidades médico-científicas.
Investigaciones posteriores, realizadas en la Universidad de Hertfordshire, en Inglaterra, mostraron que los estudiantes que vestían una camiseta de Superman, ¡hacían mejores evaluaciones de sus habilidades!
En definitiva, lo que vistes tiene consecuencias cognitivas y emocionales que puedes explotar a tu favor: elige prendas que favorezcan tu autoestima y puedan hacerte sentir seguro.
La sensación de seguridad modula la actividad del eje hipotálamo-pituitario-suprarrenal, con repercusiones en la actividad de los glucocorticoides en tu organismo y en el sistema nervioso central. Es decir, proteges a tu cerebro de envejecimiento prematuro, al organismo de los efectos del estrés y mejoras la digestión.
5. Pasea por la naturaleza
Nuestros cerebros no son aptos para vivir en la ciudad. Las geometrías urbanas y los ruidos aumentan la producción de cortisol y adrenalina. Los paseos por el bosque, playa o montaña mejoran la producción de serotonina, liberan endorfinas y favorecen la producción de ondas alfa; es decir, esas ondas cerebrales asociadas a una profunda sensación de relajación. Esos paseos también son buenos para el sistema inmunológico.
6. Ten una explosión de pasado
Cuando repasamos el pasado, generalmente lo hacemos con nostalgia, resentimiento, remordimiento, con emociones que nos hacen rumiar pensamientos. Pero, en ese mismo pasado hay recuerdos felices, experiencias hermosas e inolvidables. Los buenos recuerdos inducen la producción de neurotransmisores de felicidad, y reproducen esa experiencia en el presente. Mira fotos, sumérgete en gratos recuerdos: un reconocimiento, la graduación... cualquier recuerdo te haga sentir orgulloso de ti mismo y te satisfaga.
7. Cultiva relaciones interpersonales satisfactorias
La serotonina, la oxitocina, la dopamina, las endorfinas… son todas moléculas químicas que se pueden producir al estar en relaciones gratificantes. Cultiva vínculos basados en la confianza y la realización mutua. Rodéate de personas alegres, proactivas y seguras de sí mismas.
8. Escucha música y… ¡canta!
Cantar hace quemar algunas calorías extra. Pero, no es la actividad física en sí lo que despierta nuestro interés sino la actividad emocional asociada a esta actividad. Escuchar música y cantar son actividades anti estrés. Reduce los niveles de cortisol y aumenta los niveles de ciertas moléculas químicas, beneficiosas para el organismo. El canto, más aún si se ensancha el diafragma, puede mejorar la producción de endorfinas y oxitocina. Cantar aumenta la tolerancia al dolor (por las endorfinas, un analgésico natural que produce nuestro organismo).
9. Mira una comedia
¡La risa puede hace maravillas! Especialmente en el sistema nervioso central. Cuando ríes, produces endorfinas, serotonina y dopamina, los neurotransmisores del buen humor. No solo afectan el estado de ánimo, sino que también mejoran las conexiones simpáticas. ¡Hay tantas buenas películas para reírse…!
10. Aprende a dirigir la atención
Otra forma de lidiar con emociones particularmente intensas es, distraerse. En este caso, no estás cambiando la química de tu cuerpo. No directamente. Cuando te distraes, creas un desequilibrio entre las redes DMN y TPN. Te concentras en otra actividad, desactivando el poder nefasto de ciertos estados emocionales.
Diez recomendaciones que te permiten cambiar la química de tu cuerpo para mejorar tu estado de bienestar emocional.
Pero debieran ser diez mandamientos… ¿No te parece?