Al llegar una persona por primera vez a Equilibrium, lo primero que le hacemos es una evaluación completa del estado de su espalda. Es decir, de su columna vertebral.
Miramos los exámenes médicos que tenga y le sugerimos se haga alguno, de ser necesario.
Ese primer análisis nos sirve para contar con una aproximación bastante precisa a su actual condición de salud.
A continuación, damos inicio a un programa de ajustes Quiroprácticos cuya regularidad es, usualmente, la siguiente:
- Primer momento: dos veces por semana durante aproximadamente, dos meses.
- Segundo momento: una vez por semana durante cuatro meses.
- Tercer momento: una vez al mes, hasta completa un año de visitas.
Así es.
El “milagro” de la Quiropráctica opera desde el principio y a lo largo de todo el año… todos los años… Toda la vida.
Con otras palabras, y en eso la Quiropráctica y la medicina convencional concuerdan plenamente:
- Los síntomas del malestar desaparecen con mayor o menor rapidez, pero de inmediato. Siempre o casi siempre.
Peeero, y es en este punto donde comienzan a disentir Quiropráctica y medicina convencional:
- Las causas que originan el malestar, pueden o no desaparecer.
Para la medicina convencional eso es de relativa importancia: siempre y cuando el dolor se alivie, el origen tendrá mayor o ninguna relevancia.
Para la Quiropráctica, en cambio, la causa donde subyace la enfermedad o desarreglo es lo que aborda. En tanto que el dolor, es una señal o indicador de esa causa u origen.
Para la Quiropráctica, por tanto, atajar el dolor desde su fuente es su objetivo primario. Lo cual es lo mismo que decir que:
- La prioridad de la Quiropráctica es mantenerte saludable, que no enfermes.
Eso es lo que precisamente toma, como promedio, un año de ajustes Quiroprácticos.
¿Y después? Lo que antes te dije, tiene 365 chances cada año, todos los años de tu vida.
Igual que tu salud y bienestar: ¡para toda la vida!
Entonces, por fin, ¿Cuántas sesiones de Quiropráctica son necesarias?
Antes apuntamos un aproximado de sesiones. Lo dijimos porque, el ajuste Quiropráctico, a semejanza de nuestros demás hábitos, debe ser eso: una rutina usual de todos.
Es, ¡para siempre! Como para siempre es y debe ser nuestra salud.
Tanto en cuanto hábito que es o tiene que ser, la decisión recae sobre el paciente.
Mi deber, como profesional Quiropráctico consiste, claro está, en recordárselo. Pero es él quien decide, el paciente, la persona.
Ahondamos lo dicho en Quirosofía señalando que, al principio, las sesiones son más frecuentes para aliviar los síntomas y mejorar el estado actual de salud lo antes posible. Es la etapa intensiva, dos veces por semana. La espalda empezará a ganar en movilidad y flexibilidad y el sistema nervioso funcionará mejor.
Cada ajuste refuerza el anterior y muchos pacientes reportan la desaparición de los síntomas de su malestar, en esta primera fase. Esto hace que algunos piensen que ya está solucionado su problema. Y apenas están empezando.
El cuidado quiropráctico no debe abandonarse en esta fase. Es muy probable que haya una recaída, tarde o temprano.
Pero, sí pueden distanciarse los ajustes. Es la segunda fase, de consolidación. Los músculos están más relajados y las vértebras alineadas. El cuerpo evoluciona hacia el bienestar.
En la tercera fase llega a la integración. Son nuestros pacientes que han ganado tal nivel de bienestar que deciden, voluntaria y conscientemente, incorporar la Quiropráctica a su vida. Se ajustan regularmente, se mantienen, en Equilibrium.
Recuerda que es tu sistema nervioso el encargado de que todo funcione bien. En Equilibrium lo que hacemos es devolverle las herramientas para que cumpla su misión.
Es por eso que siempre insistimos que, tu salud depende de ti.
a. Estoy por bajar del tren
b. Estoy por subirme al tren
c. Tren que llega a la estación
d. Tren que se aleja de la estación
e. Tren estacionado
f. Tren que llega retrasado
g. Tren descompuesto
h. Tren sin pasajeros
i. Tren abarrotado
j. Tren secuestrado
Un viaje en tren puede ser una metáfora de nuestro viaje por la vida, con las incógnitas que nos depara el destino.
Estarán los destinos que tocaremos, las personas que conoceremos, las que nos acompañarán, por mucho o poco tiempo y aquellas de las que tendremos que despedirnos.
Viajar en tren puede representar un descanso de la rutina diaria; subir al tren es como levantar un rato los pies del suelo y encontrarnos 'suspendidos' en otra dimensión; podemos aprovechar para tomar aire, para mirar el mundo por la ventana, para reflexionar, para observar a nuestros compañeros de viaje…
Es el placer de abandonarse, de dejarse llevar. A algunos, sin embargo, no les gusta este tipo de 'abandono', pues prefieren tener el control de su propia vida, y se impacientan con la idea de seguir un camino ya trazado por otros.
En psicología, el tren simboliza un cambio. De hecho, los trenes no siempre indican un viaje físico o un movimiento real, sino que también pueden referirse a un viaje espiritual o a un cambio que se produce en nosotros o que afecta nuestra vida en cualquiera de sus campos.
Vamos al test.
Mira la foto de la locomotora durante, al menos, 10 segundos. Observa cada detalle y luego elige de entre las opciones disponibles abajo de la imagen.
Los resultados del test.
El tren es un medio de locomoción que utilizamos para desplazarnos cuando tenemos que realizar un trayecto especialmente largo y exigente. Por ello, el tren representa una serie de proyectos o viajes metafóricos que nos conducen a nuevos destinos y destinos. En concreto, la imagen de un tren puede evocar muchas situaciones: esperando un tren, llegando un tren, saliendo, retrasado… Veamos por qué, a continuación.
Opción a. Me bajo del tren.
Si la imagen nos evoca la opción a., significa que nuestro “viaje” ha llegado a su fin. Esta elección indica el final de algo, un viaje, un proyecto; pero también una historia o una relación con alguien que formó parte de nuestra vida. También indica un deseo de cuestionarse a uno mismo, aunque implique cambios drásticos en nuestra vida.
Opción b. Me estoy subiendo al tren.
La opción b., indica los esfuerzos y sacrificios que estamos dispuestos a realizar para llegar satisfactoriamente a nuestro destino. Muchas veces tenemos que estar preparados para enfrentar una variedad de dificultades cuando estamos en nuevas situaciones o relaciones.
Opción c. Tren llegando.
Optimismo y perseverancia. Tal vez estamos esperando noticias en el horizonte o recientemente hemos concluido algo importante y estamos esperando el resultado. Indica también el inicio de una relación sentimental sobre la que hemos puesto muchas expectativas, pero también el inicio de un nuevo proyecto que revolucionará nuestra vida.
Opción d. Salida del tren.
Indica que acabamos de comenzar un nuevo viaje. Evidentemente nos hemos embarcado en un proyecto con una fuerte implicación emocional. ¿Hemos comenzado un nuevo trabajo? ¿Acabamos de sacar una hipoteca? ¿Nos casamos? Vale. Pero, atención a cómo manejamos las cosas; nuestra hiperactividad podría jugarnos una mala broma. Mejor no cargarte con demasiados proyectos para evitar el riesgo de no completarlos todos.
Opción e. Tren parado en la estación.
Indica que aún no estamos completamente preparados para abordar algo nuevo. La razón de este tren parado puede ser la ausencia de algo o de alguien. O que aún no estamos preparados porque quedan decisiones por tomar y muchos aspectos a tener en cuenta. Es correcto tomarse un descanso, pero cuidado con la pereza, podría entorpecer nuestras ambiciones.
Opción f. Tren que llega tarde.
Un tren retrasado indica un estado de inseguridad y dificultad para tomar una decisión y, al mismo tiempo, evoca la necesidad de un cambio que no llega. A menudo está ligado al victimismo, al sentimiento de tener mala suerte, de no tener las mismas oportunidades que los demás, de no tener un lugar en la sociedad, de no tener un papel. Probablemente tuvimos una experiencia infantil en la que nuestras necesidades fueron descuidadas o ignoradas.
Opción g. Tren averiado.
Desilusión frente a una dirección elegida o la incapacidad de llevar la carga de responsabilidad o deberes que esto conlleva. También puede estar relacionado con la sobreestimación de las propias capacidades, al haberse incorporado a proyectos demasiado imaginativos o fuera de nuestro alcance. Quizás sentimos que nuestra vida está a merced de los acontecimientos y que las cosas difícilmente pueden mejorar.
Opción h. Tren vacío.
La opción h., por el contrario, indica una fuerte falta de afecto. Sentimos que ya no tenemos un vínculo fuerte con muchas personas que estaban cerca de nosotros antes. También puede significar la necesidad de reorganizar las ideas, por lo que el deseo de tomar un descanso para aclarar las propias necesidades y recargar mentalmente se halle justificado.
Opción i. Tren abarrotado.
El tren repleto indica un estado de confusión mental. No razonamos clara y razonablemente. Si no nos mantenemos enfocados, nos resulta difícil tomar ciertas decisiones. Obviamente estamos atravesando un período en el que nos sentimos abrumados por las situaciones: ¡tantas tareas y tareas por hacer!
Opción j. Tren secuestrado.
Si la imagen evoca la opción j., significa que, así como ese tren, estamos a merced de una situación difícil y, muy probablemente, de una persona abusiva; que trasgrede muchas veces nuestras fronteras, ignora nuestras necesidades y nos manipula. La manipulación emocional suele pasar desapercibida.
Atención: los test psicológicos que publicamos en Equilibrium utilizan simbolismos y diversas teorías psicológicas. Aclaramos, sin embargo, que tienen un fin lúdico; no sustituyen el necesario análisis psicológico que requiere un paciente. Estas valoraciones, aunque elaboradas según criterios estadísticos y psicológicos, tienen sólo carácter de curiosidad y entretenimiento.