Defendemos nuestra postura.
Quirosofía
Cómo afecta tu postura a tus emociones.
Con acento en la postura.
Nuestra mente y nuestro cuerpo están en estrecha relación entre sí. Y la columna vertebral es el cable, el vaso comunicante, entre uno y otro.
Todo lo que sucede en nuestro horizonte mental, provoca en nuestro cuerpo reacciones; por ejemplo, actitudes posturales incorrectas y la consecuente manifestación de patologías, dolores e inflamaciones.
La postura habla de nosotros. Por donde primero lo hace es, por la columna vertebral. Puede que tu no le prestes atención a tus emociones o a tu manera de sentarte. Pero a tu espalda no le pasa desapercibida ni lo uno ni lo otro.
Tampoco al Quiropráctico.
Insisto, nuestra postura siempre está condicionada de manera determinante por nuestro estado emocional y nuestros pensamientos:
cada emoción corresponde a una activación corporal específica y a una tendencia postural igualmente específica.
El cuerpo no olvida. Reacciona con un cambio de postura ante cualquier tipo de estímulo, ya sea positivo o negativo, como las emociones. Se pueden producir cambios en la posición de la espalda, en el tono de la voz, en los músculos de la cara e incluso en la respiración.
De hecho, si lo piensas bien, puedes asociar ciertas posturas con ciertos estados de ánimo.
Así que, volvamos al concepto de postura, fundamental en la Quiropráctica porque es lo que los Quiroprácticos evaluamos cada vez que vemos a un paciente que viene a ajustarse.
La postura de un paciente, de toda persona en realidad, es el resultado de su experiencia en el entorno en el que vive.
El entorno está, a su vez, también determinado; por el estrés, por traumas físicos y emocionales, posturas incorrectas repetidas y mantenidas en el tiempo, respiración incorrecta o desequilibrios bioquímicos por alimentación inadecuada, entre otras razones más.
La ciencia demuestra que un estado emocional es capaz de influir en la postura de nuestro cuerpo y viceversa, pero también que, al cambiar la postura, hay una mejora en el estado de ánimo y en el nivel de energía.
Por ejemplo, en 2010, una investigación
[1] llegó a una conclusión interesante:
“Si modificamos nuestra postura corporal durante 180 segundos somos capaces de alterar nuestra testosterona y cortisol… La testosterona es la hormona que tenemos tanto hombres como mujeres, que nos hace ponernos el mundo por montera y ganar autoconfianza. No es de extrañar que los machos alfa de los primates tengan más porcentaje de testosterona que el resto. El cortisol, sin embargo, es la hormona que se activa con el miedo y que nos llega a paralizar.”
[2]
El mismo estudio señala que si ponemos nuestro cuerpo en lo que se denomina un gesto de poder como, por ejemplo, levantar los brazos en jarra (como ves en la foto), conseguiremos aumentar un 20% la testosterona y reducir un 25% el cortisol.
Por el contrario, si encogemos el cuerpo o cerramos los brazos en señal de protección, que son posturas de debilidad, la testosterona desciende un 10% y aumenta un 15% el cortisol. Todo eso en apenas, ¡dos minutos!
Las situaciones que vivimos en la vida cotidiana despiertan en nosotros diferentes tipos de emociones: ira, alegría, miedo, asco, sorpresa y muchas más.
Las emociones generan una serie de cambios que se dan a nivel corporal externo como en la mímica de nuestro rostro, en los tonos de la voz y en los gestos corporales.
Dependiendo de la emoción que sintamos, nuestra postura cambia. Mira en Equilibrium Vitae, las asociaciones que hay entre emoción-postura y constatarás cómo cada emoción está asociada a señales particulares del cuerpo.
Es por eso que, ajustarte la espalda regularmente te ayuda a restablecer la postura corporal correcta y, en consecuencia, mantener condiciones emocional estables.
Quips
Cómo afecta la Quiropráctica a tu postura
Con acento en ti.
Una mala postura corporal prolongada genera cambios en la estructura de la columna vertebral. Produce lo que hemos dicho muchas veces: subluxaciones.
Las subluxaciones afectan, a su vez, el funcionamiento del sistema nervioso.
Podrás deducir de inmediato que, si a través del sistema nervioso es que se transmiten las emociones, alterado aquel, estas también lo estarán.
Mediante el ajuste de tu espalda, el Quiropráctico restaura el movimiento y posición de tus vértebras subluxadas. En consecuencia, el sistema nervioso vuelve a funcionar fluidamente.
Así el cuerpo recupera su balance y, por supuesto, una buena postura.
Es muy sencillo: una mala postura genera más incidencia en dolores corporales y en enfermedades. Tarde o temprano.
La solución también es sencilla y la conoces:
1. Mantén hábitos saludables de vida: buena alimentación; ejercitación; descanso de provecho.
2. Ir al Quiropráctico.
Defiende tu postura. La correcta.
Nosotros en Equilibrium, estamos contigo, ¡en esa misma postura!
Equilibrium Vitae
Cómo afecta tu postura a tus emociones.
Con acento en tus emociones.
Es que, ¿acaso hay alguien que ponga en duda que, todas y cada una de las posiciones de un perro significan una emoción específica?
Entonces, ¿por qué no tenemos la misma certeza en relación a las nuestras, a las posiciones humanas?
Las situaciones que vivimos en el día a día despiertan en nosotros distintos tipos de emociones: ira, alegría, miedo, asco, sorpresa y muchas más.
Las emociones generan una serie de cambios que se dan a nivel corporal externo como en la mímica de nuestro rostro, en los tonos de la voz y en los gestos corporales.
Dependiendo de la emoción que sintamos, nuestra postura cambia, porque cada emoción está asociada con señales particulares del cuerpo.
Tristeza y postura
Fíjate en los hombros de alguien cuando esté triste. O en los tuyos.
Caerás en cuenta que tienden a cerrarse hacia adelante, el pecho estará más o menos hundido y la espalda encorvada.
Esta postura afecta nuestra respiración, la torna menos regular y menos amplia; limita el suministro de oxígeno y nos priva de energía.
En esta postura, nuestro cuerpo envía una señal muy clara al cerebro: estoy triste. Este pensamiento alimentará sensaciones negativas relacionadas con este estado de ánimo y nos llevará a mantener una actitud postural incorrecta que, a la larga, apagará nuestras energías.
En situaciones en las que se presente la tristeza, la depresión o la falta de autoestima, el cuerpo tendrá tendencia a “hundirse”: la espalda se arquea, los hombros se cierran hacia adelante, la frente cae y la cabeza permanece gacha. Es una espalda oprimida, aplastada por la negatividad y la crítica.
Son hombros que caen, que han perdido fuerza, que ya no pueden soportar pesos, que expresan desánimo, fatiga y renuncia.
Esta postura predispone a la dificultad respiratoria con los consiguientes problemas de ansiedad. Y no queremos eso, ¿cierto?
Es importante intervenir a través de un trabajo que toque todos los niveles de funcionamiento de la persona: no solo a nivel psicológico sino también postural y muscular.
Alegría y postura
Por el contrario, cuando estamos entusiasmados y felices, nuestra postura es ciertamente más segura y abierta.
Asumir una posición bien erecta enviará un mensaje positivo a nuestro cerebro que beneficiará nuestro estado de ánimo y nuestro nivel de energía.
Esto sucede porque una postura más erguida y abierta permite que nuestra respiración sea más regular y que nuestro cuerpo aproveche el suministro adecuado de oxígeno.
Ira y postura
La ira es una de las emociones básicas, cuya función adaptativa radica en el instinto de defensa para sobrevivir a un medio particular en el que se encuentra la persona.
También puede ser la respuesta a una injusticia, un mal sufrido o percibido, a la percepción de la violación de los propios derechos.
Si viste la peli Del revés (Inside Out), el personaje Ira cuando se activa, baja y junta las cejas, utiliza un tono de voz fuerte y áspero, aprieta el puño e infla el pecho.
Durante los arrebatos violentos, la reacción neurofisiológica primaria hace que el flujo de sangre suba a la cabeza, encendiéndola, y viaja a los brazos, activándolos.
Este mecanismo, moldeado por la evolución, nos ha permitido estar preparados para el combate por la supervivencia.
Estrés y postura
Nuevamente, intentemos pensar cómo, después de una situación particularmente estresante, nos encontramos con los músculos faciales rígidos, los puños apretados o las nalgas apretadas. Y cómo es nuestra respiración; ¡ciertamente, ni tranquila ni relajada!
Dolor de espalda y postura.
Ya hemos mencionado cómo el dolor de espalda puede ser causado por nuestras emociones negativas y malas posturas.
El dolor de espalda no solo es causado por malas posturas y problemas musculo-esqueléticos. También, por emociones. De hecho, sobre la espalda volcamos tensiones, estrés, preocupaciones. Sobre la columna descargamos el peso de las responsabilidades diarias.
Mediante una postura correcta, el resto del cuerpo también funcionará correctamente. Mejorará la fisiología, pero también se beneficiará la circulación o las propias hormonas, pudiendo funcionar mejor.
Cómo reconocer y aceptar nuestras emociones
Darles nombre a nuestras emociones, la autoconciencia emocional, permite un mayor contacto con nosotros mismos. Esto también nos permitirá reconocer cómo será nuestra postura corporal.
Trabajar la postura
Identificar las tensiones de nuestro cuerpo, cambiar la actitud postural, dedicar tiempo a la respiración y al ejercicio físico y, sobre todo, ir al Quiropráctico, ayuda a tomar conciencia y a saber gestionar nuestros estados de ánimo.
Con todas esas prácticas podremos mantener en el tiempo y de manera “automática”, una actitud postural correcta que incide positivamente sobre nuestras emociones.