Medio centenar: ¡qué felicidad!
Quirosofía
Columna de tu felicidad.
Esto de la felicidad, se me ocurre, es parecido a aquel pasaje de la Biblia en el que Jesús pregunta: ¿sobre qué cimientas tu casa?, ¿sobre la arena o sobre la roca?
Pues bien, parafraseando, digo: ¿sobre qué cimientas tu felicidad? Verás qué te respondes a ti mismo…
En todo caso, lo que sí tengo claro es que
la felicidad se construye, se trabaja. Con otras palabras, la felicidad requiere de condiciones para darse. De lo contrario, no se asoma.
En el caso de la Quiropráctica, he aprendido que, para alcanzar el bienestar – que es un excelente sinónimo de la palabra felicidad -, es imprescindible tener bien la espalda.
La espalda ajustada permite que sobre tu vida se asiente la salud. Y la felicidad.
Quips
Felicidad es,
superar el dolor.
Una vida sin dolor. Esa es la que todos merecemos. Y punto.
El ajuste Quiropráctico tiene en la superación del dolor su punto más fuerte.
De manera más directa, sobre el dolor de espalda, de cabeza o de articulaciones.
Pero de manera más amplia sobre todo y cada uno de los órganos y sistemas de nuestro cuerpo que son irrigados por los nervios que salen de la columna vertebral.
Es decir,
ajustar la espalda es alinear con la salud a todo el cuerpo y desterrar el dolor.
Además, a diferencia de los analgésicos, cuyos efectos son temporales, la Quiropráctica otorga una vida sin dolor duradera, permanente.
O, lo que es lo mismo, en Equilibrium te una vida buena: la del bienestar.
Equilibrium Vitae
Felicidad es,
superar las dificultades.
Tengo vívidos recuerdos de la celebración de las bodas de oro de mis abuelos. Tenía yo, poco más de diez años.
Fue un acontecimiento rebosante: de gente, familiares y amigos, y de alegría. De total felicidad.
El recuerdo me vino como anillo al dedo, al haber leído en el libro citado en varios boletines de E-quilibrium, La inutilidad del sufrimiento, de María Álava:
“La felicidad no está en el dolor, sino en la superación del dolor, de las dificultades y de los obstáculos que nos impiden disfrutar de la auténtica esencia y del ser humano.”[1]
La conexión entre el recuerdo del medio centenar de años de unión de mis abuelos y las palabras de Álava, me surgió tan fácil como con firmeza:
Tantos años juntos no podían ser sino la cosecha por haber superado sus dificultades. Y que, en ese sentido, consisten los buenos momentos, el disfrute. El bienestar.
O, para decirlo mejor,
la felicidad auténtica es el desenlace de remontar los problemas.
Cualquier otra cosa, será efímera.