En tus manos.
Quirosofía
Tener buena mano.
Sería más que obvio establecer el paralelo entre el significado de tener buena mano, con las del Quiropráctico.
Ciertamente, hay que tener buena mano. A semejanza de la buena mano de la enfermera que nos coloca una inyección sin que nos demos cuenta o de la mano que acaricia oportuna la cabeza o rostro de un niño, de nuestros hijos.
Pero, en este caso, queremos llamar la atención acerca de la suerte que, generalmente en el juego de cartas, se dice, cuando se tiene una buena mano.
¿Es realmente suerte? Sí, tanto en cuanto por azar, en la repartición de las cartas, a uno le toca una buena mano. Hasta ahí llega la suerte.
Todo lo demás, consiste en saber sacar provecho de esa buena mano. Con otras palabras, en hacer buen uso de ella. Esa ya es decisión propia y no fruto de la ventura o casualidad.
Somos afortunados de contar con la mano más excepcionalmente desarrollada de todas las especies que habitan nuestro planeta: tenemos el movimiento de oposición del pulgar.
Una cosa tan tremendamente sofisticada como es, enhebrar el hilo por una aguja y, con ella, coser, sosteniéndola apretada entre el índice y el pulgar, es una conquista evolutiva.
Con la mano nos procuramos la salud y nuestro propio bienestar. Nuestra propia suerte.
No en balde, la etimología de la palabra Quiropráctica, así lo confirma. En griego,
kehir significa, manos y
práktikos, práctica.
Así que, manos a la práctica, y bienvenido a Equilibrium.
Quips
Me pongo en tus manos.
Dar la espalda es una expresión cuyo significado es inversamente proporcional al que tiene en la Quiropráctica.
Al revés de implicar desconfianza, ajustarse la espalda es un acto de confianza plena, depositada en las manos del Quiropráctico.
Es, más bien, al contrario del dicho, creer para ver. Y, ¡mira que ves y lo que ves!
Una vez terminado el ajuste, el resultado es más que visible: alivio, relajación, sensación de descanso, movilidad, recuperación de energía.
Confiar reporta en la Quiropráctica, bienestar.
Ven, que te echamos una mano.
Equilibrium Vitae
Machacarte (o no):
Está en tus manos.
“Cuando todo parece que falla lo normal es que estemos fallando nosotros”[1]
Continúa diciendo la autora, María Álava, que eso sucede no porque queramos sino porque nos dejamos confundir por unos pensamientos poco realistas que bloquean la ‘vía de escape’.
De inmediato, aparece, además, otro pensamiento saboteador: ¿cómo voy a cambiar a estas alturas de mi vida?
Pues, de la misma forma que podemos cambiar determinadas actitudes y conductas, aunque nos parezca complicado, podemos dejar de ser excesivamente blandos y vulnerables. Podemos conseguir que no nos afecte todo lo que nos sucede.
Con un sentimiento tan negativo sobre uno mismo no es fácil analizar las cosas con objetividad. Por eso hay que identificar los pensamientos negativos para: confrontarlos, enfrentarlos y erradicarlos o, al menos, dejarlos pasar.
La psicología ha logrado demostrar que todo lo que se aprende se puede desaprender. Así como nos hemos podido entrenar en pasarlo mal podemos entrenarnos en pasarlo en ser más realistas y enfocar la vida de forma más objetiva.
Hay que echar a un lado el considerarse la víctima. No lo eres no lo soy no lo somos.
Lo que sí somos todos es, responsables de lo que pensamos y hacemos. Eso, sí que está en nuestras manos.
Referencias:
[1]
Álava, M. La inutilidad del sufrimiento. Madrid: La Esfera de los Libros; 2010; pp. 135-136