¡Qué emoción!
Quirosofía
Si te duele,
¡Alégrate!
El dolor no es más que un aviso.
¿Qué nos avisa?
“El dolor es amigo fiel como el perro vigilante de nuestra casa ladra y nos avisa de un peligro, de un daño a reparar después de analizar previamente el problema. Por eso es un error acallar el dolor. Si al dolor lo anestesio con fármacos, ¿de qué me sirve?”[2]
Quien así se expresa es el Dr. David Ponce, osteópata y homeópata, nacido en Barcelona donde, igualmente, ejerce su profesión en la clínica osteopática que lleva su nombre.
No recuerdo como di con la entrevista de la cual extraje la cita anterior. Pero sí estoy consciente de que, a partir de la lectura de la misma, exploré un poco más acerca del Dr. Ponce. Considero haber descubierto a un colega especialista de la columna, cuya visión de la salud como parte de una vida de bienestar integral, comparto, suscribo y ejerzo en mi vida personal y familiar; y, por supuesto, con mis pacientes, en Equilibrium.
Su libro, El dolor de espalda y las emociones
[3], que leí por causalidad, hizo eco en justo y perfecto tiempo al tema central que desarrollo en este E-quilibrium, desde el anterior boletín y hasta el próximo número:
la importancia y relación directa que tienen las emociones con nuestra espalda.
Es la razón por la cual afirmé al inicio de la sección que,
el dolor nos avisa. Porque, el dolor y las emociones son socios. Están asociados, vamos. Que uno – el dolor – es la respuesta, tardía y lenta pero siempre segura, de la otra – la emoción -.
Con otras palabras, que el dolor es la señal que termina de aparecer luego de que nuestro ánimo y cuerpo esté sometido durante un buen tiempo a un estado emocional particular. Y que, además, se instala: en la espalda.
Lo llamativo en todo ese proceso que va desde la emoción al dolor es que, por un lado, identificamos claramente al segundo, pero no al inadecuado manejo de nuestras emociones y que, peor aún, muchas veces ni siquiera sabemos darle nombre a la emoción que nos está afectando.
“Si separamos el dolor de origen traumático, los accidentes, el dolor por problemas congénitos de la columna o el que se asocia a patologías graves, en el resto de casos, investigando un poco, es posible llegar a encontrar la participación activa de las emociones en el origen y la perpetuación del dolor. Incluso, a veces, las emociones modifican la manera como algunas personas viven el dolor de espalda, incluso cuando está producido por una lesión traumática o una desviación congénita.”[4]
La base o fundamento anatómico-biológico sobre el que se sustenta la interacción entre emoción y dolor y cómo la espalda hace de receptáculo de ambos, estriba en la columna vertebral y la red del sistema nervioso que parte de ella. En palabras del Dr. Ponce:
“Tanto el sistema nervioso motor como el sistema nervioso autónomo van desde el cerebro hasta los órganos periféricos a través de la médula espinal, que se aloja en la columna vertebral. De cada espacio intervertebral salen raíces nerviosas que inervan un territorio concreto. La importancia de todo ello es que una alteración de la columna vertebral puede provocar varias alteraciones de las que podemos no ser muy conscientes…"
“Si no somos conscientes de ello, a veces trataremos una patología digestiva o renal cuyo origen, en realidad, es una disfunción vertebral. Naturalmente, no estamos diciendo que detrás de todas las patologías que afectan órganos, vasos o territorios cutáneos haya una alteración vertebral que las cause, pero sí sucede en muchos casos, y hay que pensar en ello para poder diagnosticarlos y tratarlos adecuadamente. Si existe, y logramos desbloquear las vértebras implicadas, lograremos una mejoría porque estamos tratando la causa directa. Si la causa principal es la disfunción del órgano, el desbloqueo o reajuste de las luxaciones ayudará al órgano a un mejor funcionamiento.”[5]
De acuerdo, en un cien por ciento. Sólo que, a dicha descripción del funcionamiento general del sistema nervioso a través de la medula espinal, le queda pendiente especificar qué tiene que ver con las emociones.
Lo cual despeja el mismo Dr. Ponce, pero en la próxima sección que es donde mejor corresponde que sea explicado, Quips.
Quips
Las emociones:
Las caras de tu espalda.
Todas las emociones quedan retratadas en tu espalda.
En el anterior número de E-quilibrium, ya adelantamos al respecto, cuando te conté acerca de cuáles emociones afectan y de qué manera a la parte alta de la espalda y cuáles otras, a la parte media y baja.
Fíjate cómo el autor que vengo mencionando, el Dr. David Ponce, profundiza más.
“Cuando se afecta la musculatura cervical, por ejemplo, probablemente hay problemas con la esfera intelectual y temperamental; personas que pasan muchas horas leyendo o escribiendo, personas que soportan mucha tensión, exigentes y difíciles de contentar. El dolor en la zona de los hombros y la parte superior de la columna se asocia sobre todo con una sobrecarga –un exceso de responsabilidad, imposibilidad de llevar a cabo todas nuestras obligaciones–...
Las alteraciones de la zona dorsal a menudo se relacionan directamente con las emociones. Si nos fijamos en las personas que han recibido una noticia desagradable, la zona más afectada es la del centro frénico; falta la respiración y se ven afectados el diafragma, los pulmones y el corazón. Cuando una noticia nos duele, nos llevamos la mano al corazón, al pecho.
En la zona lumbar confluyen los miedos, las dificultades económicas, la imposibilidad para tirar adelante y la sexualidad.”
[6]
Las emociones por el hecho de estar localizadas en nuestro cerebro y al mando del mismo, son o se traducen, en definitiva, en estímulos eléctricos que se desplazan por el sistema nervioso hasta nuestros músculos, órganos, articulaciones: hasta el último rincón de nuestro cuerpo.
“El sistema nervioso, mediante las neuronas, los neurotransmisores y los impulsos eléctricos, permite que el pensamiento llegue hasta el tejido muscular en forma de una acción y, quizás, de una contracción (voluntaria o no). Las emociones provocan igualmente respuestas que se traducen en pensamientos conscientes o inconscientes que, a través del sistema nervioso, llegan hasta los músculos, los órganos, los vasos o la piel.
Los impulsos eléctricos parten del cerebro y se desplazan por todo el árbol nervioso hasta la última célula de nuestro cuerpo. Este fenómeno es bien conocido y recibe distintos nombres. David Palmer, el padre de la quiropráctica, llamaba inteligencia innata a la capacidad que tiene el organismo de generar estos estímulos o impulsos eléctricos.”
[7]
No puedes dejar pasar ese dato en el que menciona al fundador de la Quiropráctica, David Palmer. Lo subrayo por una sencilla y contundente razón:
El ajuste quiropráctico, al restablecer el equilibrio de tu columna vertebral,
te ayuda a equilibrarte emocionalmente.
Así que, ¡para buenas caras en tu espalda, cuentas con Equilibrium!
Equilibrium Vitae
Equilibrio emocional = Inteligencia emocional
Vamos a algo sencillo y concreto para trabajar en la consecución de un sano control emocional:
Llamar a las emociones por su nombre. Y punto.
Ya eso es mucho. Porque son muchas las emociones. Muchas. El filósofo y pedagogo José Antonio Marina las agrupa en, nada más y nada menos que, ¡240 sentimientos!
[8]
No se trata de que aprendas de memoria el nombre de cada una de ella o que hagas uso de la palabra correcta que la denomina. El punto es que sepas identificar la emoción que sientes. Reconocerla en ti. Y en los demás, “por sus caras, por sus palabras y por el tono con que dicen esas palabras.”
[9]
¿Por qué es importante saber identificar tus emociones? Porque te haces consciente de ti mismo. De lo que te afecta, de lo que te mueve.
Pero, sobre todo, porque cuando te preguntas por el qué, de inmediato te preguntarás por el por qué. Y ahí radica la mayor de las importancias acerca de la
educación emocional: el autoconocimiento.
Con un ejemplo lo verás claro y diáfano. Suponte que algo o alguien te altera, te saca de tus casillas. Al preguntarte, qué siento, probablemente identifiques tu emoción como, ira, enfado o rencor.
Muy pronto, en la medida que ejercitas tu capacidad para reconocer tus emociones, te preguntarás por qué: por qué siento, por ejemplo, ira. Entonces verás, cómo tarde o temprano surgirá desde muy dentro de ti una respuesta de fondo, de raíz.
Y entrarás en contacto con emociones subterráneas, que llevas no del todo consciente de tu parte desde hace mucho tiempo; emociones tales como, frustración o impotencia. Porque, así es, la ira o el miedo, a un nivel más hondo, están relacionadas con situaciones vividas a las que no se supo dar una respuesta justa o eficaz.
Qué siento…
Listo. Ya estás en equilibrio, otra vez.
REFERENCIAS:
[1] https://www.provechososite.com/significado-del-numero-10-numerologia-diez/
[2] Ponce, D. Op. Cit., p.27
[3] http://crecejoven.com/salud--davidponce
[4] Ponce, D. (2010). El dolor de espalda y las emociones. Conocerse para curarse. Plataforma Editorial.
[5] Ponce, D. Op. Cit., p.10
[6] Ponce, D. Op. Cit., p.29
[7] Ponce, D. Op. Cit., p.30
[8] Marina, J.A. y López, M. (1999). Diccionario de los sentimientos. Anagrama.
[9] Segura, M. (2005). Enseñar a convivir no es tan difícil. Desclée de Brouwer