La actual crisis del Covid-19 ha marcado nuestra sociedad y la forma tradicional en la que veníamos viviendo nuestras vidas. Ha dejado, sin duda, una marca muy fuerte en nuestra sociedad – el miedo a lo impredecible.
Hemos evolucionado como sociedad, buscando, en el mejor de nuestros haberes, la mejor forma de vivir cómodamente. Mejores condiciones de vida, casas preparadas para los constantes cambios climáticos, comidas rápidas que permitan no quitar el pie del acelerador para prepararlas y disfrutar de un festín sano, incansables horas de trabajo que elevan nuestros niveles de estrés y no permiten compartir el tiempo que quisiéramos con nuestros seres queridos, y más aún, dedicarnos tiempo a nosotros. La incansable lucha por sobrevivir a nuestro estilo de vida actual nos ha llevado a descuidar nuestra arma más valiosa en la lucha contra cualquier enfermedad – nuestro sistema inmunitario.
El miedo nos ha llevado a tomar medidas de protección, que eficientes, por una parte, y cuestionadas por otras, no representan la solución al problema que se nos presenta.
A través de los años el ser humano ha sido capaz de adaptarse a los peligros que se nos presentaban. Sin duda, ésta, no es la diferencia.
Es curioso observar como reaccionamos como población. Nos cubrimos la cara con una mascarilla, nos distanciamos, nos encerramos, y nos frotamos las manos con distintas sustancias con alcohol a todos los lugares que visitamos. Todo sin duda, medidas de seguridad que nos ayudaran a disminuir la posibilidad de contraer el virus. Pero el virus está allí, y lo seguirá estando, luchando por lo que tu y yo luchamos cada día, el derecho a vivir.
¿Qué estamos haciendo realmente para incrementar el potencial de la verdadera arma que tenemos los seres humanos para combatir este y otros virus? ¿No sería este el mejor momento para dedicarnos tiempo a cambiar todo aquello que ha llevado a nuestro sistema inmunitario a estar comprometido?
Empecemos a trabajar e invertir en nuestro propio sistema de defensas, sin descuidar las medidas de protección, pero enfocándonos en nuestra verdadera defensa.
Mi invitación es que todos comencemos a tomar conciencia de que solo nosotros podemos tomar decisiones que permitan incrementar la capacidad de defensa de nuestro sistema inmunitario. Hay muchas cosas que podemos hacer, que están al alcance de todos, y que, con constancia y dedicación, traerán grandes beneficios a nuestra salud. Una dieta balanceada, realizar actividades que nos permitan disminuir nuestros niveles de estrés, propiciar el tiempo suficiente para un buen descanso, mantener una rutina diaria de ejercicio físico, mantener una actitud positiva ante las circunstancias que nos rodean, y mantener nuestro sistema nervioso libre de interferencias. Todas ellas han sido refrendadas como mecanismos a nuestra disposición que mejoran nuestro sistema inmunitario. Sin embargo, observo como ninguna de ellas está siendo incentivada como medida de prevención.
Ganemos la batalla al miedo. Tomemos decisiones acertadas para nuestro bienestar. De esta manera podremos estar más preparados ante esta y cualquier otra adversidad.
Pablo Martínez Jarque
Doctor en Quiropráctica
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